Apuntes Revolucionarios
por Celia Hart

Prólogo de Alan Woods

La publicación de esta recopilación de los escritos de mi amiga y camarada Celia Hart es un acontecimiento de gran importancia para todos aquellos, vengan de donde vengan, que se han mantenido fieles en el momento actual a las ideas del socialismo y que luchan por la revolución.

La autora no es cualquier persona. Su destino personal está íntimamente vinculado con el de la Revolución Cubana, siendo ella hija de dos de los más destacados líderes de la Revolución. Su madre, Haydée Santamaría, participó en el asalto al cuartel de Moncada y fue dirigente del Movimiento 26 de Julio, junto con Fidel Castro y Che Guevara. Su padre, Armando Hart, fue también uno de los fundadores del M26-J y se convirtió en el máximo dirigente de la lucha en las ciudades después de la muerte de Frank País. Después del triunfo de la revolución fue ministro de Cultura de la Revolución Cubana durante más de dos décadas.

Pero la aportación de Celia Hart no es producto de un accidente de nacimiento. ¡Cuántos hijos de líderes revolucionarios se han acomodado y se han convertido en conservadores, buscando una vida fácil y olvidándose del compromiso revolucionario, los sacrificios y principios de sus progenitores! Pero Celia Hart no es así. Apasionada, como solo puede ser una hija del Caribe, ella se ha dedicada plenamente a la causa del socialismo y la revolución.

Lo primero que nos llama la atención cuando leemos estos artículos tan llenos de fuego y fervor revolucionario es el espíritu desafiante, el entusiasmo que no conoce límites. Esto es algo que indudablemente molesta a aquellos (y no son pocos) que se autodenominan socialistas, marxistas o comunistas, pero que hace tiempo han perdido la chispa, la energía y el fervor que son los rasgos esenciales de cualquier revolucionario que merezca ese nombre.

Después de la caída de la Unión Soviética entramos en un período en que las ideas del socialismo y del marxismo estuvieron sometidas a un ataque feroz de todos los frentes. Asistimos a una contraofensiva ideológica sin precedentes, promovida por la burguesía y el imperialismo a escala mundial. En esta campaña furibunda jugaron un papel particularmente vergonzoso toda una serie de ex —ex comunistas, ex socialistas, ex guerrilleros, ex marxistas de todo tipo— que hacían cola para escupir sobre las ideas que antes (por lo menos formalmente) defendían.

El espectáculo más bochornoso de todos lo jugaron aquellos mal llamados comunistas, dirigentes del antiguo PCUS, que ayer se llenaban la boca de frases “marxistas”, alabando el supuesto “socialismo real”, pero que en el momento de la verdad pasaron con armas y bagajes al campo del capitalismo, convirtiéndose en los dueños de las fuerzas de producción y liquidando la economía planificada de un plumazo. Y cumplieron todo eso con la misma ligereza de un hombre que pasa del vagón de fumadores al de no fumadores en un tren.

Sean cuales sean tus antecedentes políticos, tus antiguas credencias, una cosa está clara: semejantes cosas exigen una profunda meditación de parte de todos los socialistas y comunistas del mundo. En la famosa frase del gran filosofo Spinoza, nuestra tarea es “ni reír ni llorar, sino comprender”.

Trotsky dijo alguna vez: “cuando no hay más remedio, tenemos que pensar”. Ya es hora de que el movimiento comunista empiece a pensar muy seriamente acerca de las auténticas causas de la degeneración burocrática y el colapso de la URSS. Y hay que decir que hasta la fecha los estalinistas, los antiguos “amigos de la Unión Soviética”, no han sido capaces de darnos ninguna explicación de estas cosas.

A todas las preguntas responden con un silencio embarazoso, declaraciones vacías de contenido o llantos sentimentales. De semejantes cosas uno no aprende absolutamente nada. No es verdad que el colapso de la URSS fuese algo totalmente inesperado que nadie había previsto. De hecho estuvo previsto y explicado de antemano —para ser exacto hace casi setenta años— en un libro genial escrito por el hombre que, junto con Lenin, fue el líder mas destacado de la Revolución de Octubre. Me refiero a La revolución traicionada de León Trotsky. Es absolutamente imposible comprender lo que pasó en la URSS sin haber leído este libro, que explica el proceso de la degeneración burocrática de la URSS después de la muerte de Lenin desde una óptica puramente marxista.

Lamentablemente, durante mucho tiempo, este libro y otros escritos de Trotsky no estuvieron disponibles en Cuba y no han sido conocidos hasta hace muy poco. Es fundamental que estas ideas —que representan una línea marxista leninista clásica— empiecen a ser un punto de referencia para llevar a cabo el rearme ideológico de los comunistas en un momento decisivo de la historia. Y un papel muy importante en esta tarea histórica lo ha jugado, y sigue jugando, la camarada Celia Hart.

Los artículos de Celia han hecho un gran servicio al movimiento comunista en Cuba y a escala mundial. Por fin rompieron el hielo, desafiando a todos los viejos prejuicios que, durante tantas décadas, habían actuado como una barrera que impedía a los comunistas tener acceso a este gran capital acumulado de teoría marxista. Merece la honda gratitud de todo comunista honesto y de cualquier persona que todavía es capaz de pensar.

Lamentablemente hay alguna gente que no es capaz de pensar, que no ve la necesidad de pensar, y a quien le molesta sobradamente que haya personas en el mundo que piensan. Los mismos estalinistas (aún quedan unos pocos) que alababan la URSS como el “paraíso socialista” ahora no tienen nada que decir acerca del colapso de la URSS. Pero se lanzan como tigres contra las personas que ofrecen un análisis marxista y una explicación coherente de los hechos. Esto no tiene por que sorprendernos. Un hombre confuso siempre odia a un hombre (o a una mujer) con ideas claras.

Celia Hart se convirtió inmediatamente en el blanco de ataques furibundos, calumnias, descalificaciones personales, distorsiones de todo tipo. Lo que realmente hirió a estos señores fue el hecho de que la autora de estos artículos defendiendo a Trotsky fuese una cubana, totalmente comprometida con la Revolución Cubana e hija de dos héroes de la misma. No podían pintarla como una extraña, alguien que no conoce la realidad cubana, un agente del imperialismo y todo la demás basura que les sirve habitualmente como argumentos e ideas.

La lealtad de Celia hacia la Revolución Cubana no se puede poner en duda. La defensa de la Revolución Cubana contra sus enemigos —el imperialismo y también los elementos proburgueses en la Isla que pretenden repetir la triste experiencia de la URSS en cuanto puedan— es naturalmente su punto de partida —como es mi punto de partida y el de todos los trotskistas que merezcan el nombre—.

Pero en el caso de Celia esta lealtad va mas allá de meros principios abstractos. Celia Hart vive la revolución, la respira, está en su alma y en su sangre. De ahí ese gran fervor que se nota en cada línea de sus escritos.

Cuando ella escribe de Che Guevara, no lo hace con el espíritu santurrón e hipócrita de los fariseos que siempre mitifican a un gran revolucionario después de su muerte, convirtiéndolo en un icono inocuo, cuando en vida se oponían a él y a sus ideas. La camarada ve en Che algo totalmente vivo y actual, y su actitud hacia Trotsky es la misma.

Che Guevara era un revolucionario de la cabeza a los pies, que comprendió que el destino de la Revolución Cubana dependía de la extensión de la revolución a América Latina. La idea fue correcta, y se acerca a la idea de León Trotsky de la revolución permanente, que explica que la revolución socialista puede triunfar en un solo país, pero sólo puede consolidarse y avanzar al socialismo en la medida en que la revolución triunfe en otros países, y finalmente a escala mundial. Lamentablemente, el intento de Che Guevara de llevar la llama de la revolución a América Latina fracasó en las selvas de Bolivia. Este no es el lugar para analizar las razones de esta derrota. Pero hay que decir que la idea de Che era esencialmente correcta, a diferencia de la postura vergonzosa de los líderes estalinistas del Partido Comunista de Bolivia y los demás países del continente, que criticaban a Che Guevara como un “ultraizquierdista” e incluso un trotskista.

Hoy por hoy, nadie puede dudar que las condiciones para la victoria de la revolución socialista en América Latina están madurando a pasos agigantados. Las masas están despertándose en un país tras otro: Bolivia, México, Perú, Uruguay, Ecuador... Sobre todo la Revolución Venezolana representa un hito en todo el proceso. No cabe la menor duda de que el destino de la Revolución Cubana y el de la Revolución Venezolana están ahora orgánicamente unidos. Una derrota de la Revolución Venezolana pondría en grave peligro a la Revolución Cubana... y viceversa.

Celia Hart apoya apasionadamente la Revolución Venezolana. Su punto de vista es el mismo que el de Che Guevara: para salvar la Revolución Cubana es necesario el triunfo de la revolución socialista en otros países de América Latina. Venezuela está ahora mismo en la primera línea de fuego de la revolución latinoamericana. La conexión de todo esto con las ideas de Trotsky es más que evidente. Lo ha comentado en más de una ocasión el presidente Chávez, que ha dicho públicamente: “Trotsky tenía razón contra Stalin cuando dijo que la revolución no puede sobrevivir en un solo país”.

Hoy todo el mundo está hablando de socialismo en América Latina. El debate sobre el socialismo lanzado por Hugo Chávez ha despertado el entusiasmo y la ilusión entre millones de hombres y mujeres azotados por la miseria, el hambre y la opresión. La vieja teoría estalinista de la “revolución por etapas”, que relega la perspectiva del socialismo a un futuro lejano, está hecha añicos por la realidad de la revolución misma. La Revolución Bolivariana triunfará como una revolución socialista o no triunfará nunca.

Todo esto demuestra que el debate en torno a la figura e ideas de León Trotsky en Cuba y en América Latina —un debate en el que Celia Hart ha jugado un papel protagónico— no es un mero debate histórico sin aplicación alguna a la situación actual, sino todo lo contrario. Es absolutamente fundamental que la nueva generación en Cuba, Venezuela y el resto de América Latina y el mundo, se apoderen de las ideas del marxismo —de Marx, Engels, Lenin y Trotsky—. He aquí la única garantía para el futuro éxito de la revolución y del socialismo.

Durante décadas los revolucionarios cubanos han estado separados de los trotskistas. Pero la marcha de la historia ha derrumbado muchos muros —no sólo físicos sino psicológicos—. Ahora es el momento de llevar a cabo una reagrupación de las fuerzas revolucionarias a escala mundial. Gente proveniente de diferentes tradiciones: revolucionarios cubanos y bolivarianos venezolanos, republicanos irlandeses y trotskistas, estamos entrando en contacto por primera vez, estrechando la mano, luchando hombro a hombro contra el enemigo común, hablando, escuchando y aprendiendo los unos de los otros. Sólo de esta manera el movimiento revolucionario puede avanzar y madurar.

Es verdad que, a veces, precisamente por venir de diferentes tradiciones, puede haber malos entendidos, choques, discrepancias. Esto es totalmente natural e inevitable. El autor de estas líneas se considera un buen amigo y camarada de Celia Hart. Pero a veces hemos tenido, y probablemente seguiremos teniendo, nuestras diferencias. ¡El mundo sería un lugar muy gris y triste si todos estuviésemos siempre de acuerdo! Antes que nada coincidimos en las ideas fundamentales, y estamos peleando juntos por ellas.

La pasión de Celia por la causa de la revolución —fiel reflejo de su carácter apasionado— se siente en cada línea de sus artículos. Los pedantes critican esta u otra idea que a lo mejor se podía haber expresado de otra manera, con más nitidez, o lo que sea. Pero la verdad es que, con su pasión y su garra, ella ha podido llegar a la gente, y en particular a los jóvenes, de una manera que los burócratas y pedantes nunca podrían lograr. Como nos explica la Biblia: “La letra mata pero el espíritu da vida eterna”.

La colaboración de Celia Hart con la Tendencia Marxista Internacional —la corriente internacional que tengo el honor de representar— se remonta a alrededor de dos años. Ha sido un proceso de aprendizaje mutuo y algo tremendamente positivo para ambas partes. No tengo duda alguna de que esta colaboración es la base para un gran salto hacia delante. Ha llegado la hora para un auténtico renacimiento del movimiento marxista revolucionario en el mundo entero.

Londres, 14 de diciembre de 2005